FUGITIVOS


Los tejados derramaban ecos
en las cicatrices del anciano
que duerme en caminos de piedra.
Quiso ser el artesano de sus manos
confundir la India en un pueblo que amanece entre sábanas.

El temblor del soplo danza en el mantel y la mosca
empieza el olor de miel en lágrimas
se abre el apetito nostálgico
que nos arrastra sobre la mesa coja.
Reunimos solos la compañía
tragamos las ansias evaporadas.

Falta romper las vestiduras de las caminatas
mirar más por la ventana y cerrar los ojos
indicar el infinito de la laguna quedando atrapados,
falta el instante virgen
sentirnos fugitivos en kilómetros desconocidos.

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